Atopeconlacope
Debido al éxito de "La Insólita Historia del Viejo Jack" me he currado un nuevo relato. Sin más dilación, espero que gocéis.
Me despidieron, me humillaron y mi familia renegó de mí. Con
lo poco que me quedaba me instalé en un pequeño motel de carretera y durante
dos años declaré mi amor incondicional a Jack Daniel’s, hasta que un día, un
día como otro cualquiera, decidí acabar con tanto sufrimiento y fracaso.
Pero antes de comenzar una nueva vida, tenía que vengarme,
recuperar algo de autoestima y de paso conseguir algo que durante dos años me
costaba el dinero. Me tome un par de cafés para la resaca, arreglé un poco mis
pintas desaliñadas y realice la última llamada desde ese motel cutre… a mi ex.
Al día siguiente la cité en el pequeño motel cutre de carretera. Éramos una de esas parejas que desde el "sí
quiero" sabes que su matrimonio está condenado al fracaso. Volvimos a reencontrarnos bien entrada la madrugada en mi habitación. Era una
noche lluviosa de noviembre y yo estaba echado en una de las dos camas
observando el televisor sin apenas prestar atención a la programación. A los
pocos segundos de acomodarme, golpearon tres veces la puerta, un sonido casi
inaudible. Me levanté y abrí muy despacio.
—Hola, Sara... —saludé cabizbajo.
—Hola —respondió secamente Sara,
entrando apresuradamente.
Nos sentamos cada uno en una
cama sin decirnos nada apoderándose de la habitación un silencio muy incómodo, me serví una copa, encendí un cigarrillo con un poco de hierba y bajé el volumen del televisor.
—¿Por qué coño me has hecho venir
hasta aquí? —preguntó Sara muy molesta—. Sabes perfectamente que no quiero
saber nada de ti, para mí no existes.
—¡No entiendo nada! —le
espeté poniéndome en pie—. Después de cinco años casados te follas
a otro, en nuestra cama y el día de nuestro aniversario. Llevamos dos años sin
llamarnos y me vienes con esa actitud. ¡No puedes ser más zorra!
—Mira Hugo, no he venido hasta
aquí para que me insultes gratuitamente, tú eres el que ha llamado, dime que
necesitas y me largo de aquí. No tengo ganas de aguantar esta situación, si lo
que necesitas es dinero, puedo ayudarte...
—¡No quiero tu puto dinero, joder!
—le reproché—. Te he llamado para otro asunto. Además, tengo todo el
derecho a insultarte, por esa boca han entrado más pollas mientras estábamos
juntos, que insultos por la mía.
—No te soporto, nunca te he
soportado, si me has hecho venir hasta aquí para ésto me haces perder el
tiempo. Me da igual lo me que digas, eres un fracasado.
—¡Está bien! Te lo diré de una
puta vez. Me marcho del país y aunque no lo creas sigo enamorado de ti, no
puedo sacarte de mis pensamientos. Antes de irme necesito desahogarme y como sé
lo puta que eres, solo te pido que follemos una última vez.
—¿Y crees que lo vas a conseguir?
—preguntó ella entre carcajadas.
—Sí —respondí seriamente y confiado.
—Sabes que me da mucho morbo esta
situación y juegas con esa ventaja. Lo haré, te chuparé la polla y dejaré que
me folles una última vez, pero no pienso quedarme a dormir. Cuando nos
corramos, me vestiré y me iré, no me verás más.
—Me parece bien —dije acercándome obscenamente a ella.
Las siguientes palabras de Sara fueron ininteligibles, ya
tenía mi polla en su boca…
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