Atopeconlacope
Os presento a Richie, un artista de revista, un pinfloy con menos luces que un barco pirata. Su historia es un piscolabis, un prólogo de un futuro guión o relato más largo, una de mis narraciones favoritas que escribí hace tiempo y ahora comparto con vosotros para celebrar que somos más de 3000 desvergonzados en Twitter. Han pasado dos años y cinco meses desde mi último relato, y... ¡¡eso no puede ser, María Teresa!! Así empieza:
Llevo
toda la vida trapicheando en esta ciudad, desde que nací, y nunca he tenido un
puto problema trabajando solo. Ya con tres años robaba al capullo de mi hermano
mayor y con cinco, el pagar en los negocios del barrio era para mí una leyenda
urbana, como la historia de Ricky Martin y la mermelada. Pero todo ha cambiado
desde la llegada de Richie, el muy subnormal la cagó en un encargo y ahora me
toca vigilarlo de cerca, esos cabrones siempre hacen lo mismo, no dan ni una
puta oportunidad a los chavales. La cagas, la pagas.
Si
conocierais a Richie entenderíais mi cabreo, es primo hermano por parte de
padre y primo segundo por parte de madre y ya sabéis como son las madres,
¡joder! Siempre que se cruza en mi camino tengo que sacarle las castañas del
fuego. La última vez tuve que pirarme
dos años y no hay algo o alguien que me cabree más que el no poder vivir en mi
jodida ciudad, bueno sí, Richie.
Pero
esta vez ha sido algo muy gordo, al muy hijo de puta le llamábamos el "colombiano", pues en realidad se llama José Ricardo Pérez, al igual que todos
nosotros es gitano y para rematar la faena, desde que le empezaron a salir pelos en los huevos lleva
un bigote a lo Juan Valdez. Parece ser que no sólo nosotros le vimos el
parecido, y unos mafiosos le mandaron a Colombia, a por droga. Se gastaron una
pasta tremenda en organizar todo el tinglado y cuando Richie se enteró por
donde tenía que meterse la droga, salió cagando leches. Nunca mejor dicho.
Ahora
lo buscan por cielo y tierra, ¿y a quién le toca enmarronarse y solucionar el
problema? Tiene cojones la cosa. Si te involucras en mierdas de esas y tienes
que meterte bolas rellenas de droga por el culo, lo haces, ¡joder! El problema
es que los mafiosos no sólo conocen la ciudad donde vivo y ha venido Richie a
esconderse, en un par de horas ya sabían el barrio, la calle y hasta la marca
que uso de papel higiénico. Putos colombianos, ellos y su jodida "corbata
colombiana".
Yo soy
un tío tranquilo, con mis trapicheos sí, pero de buen rollo. Siempre voy a lo
seguro y me rodeo de mi gente, nada de payos ni colombianos, sólo gitanos del
barrio. Pero una llamada me arrancó de mi rutina, era mi madre y sus primeras
palabras fueron: "tu primo José Ricardo se ha vuelto a meter en problemas". No
sé cómo coño consiguió escapar de Colombia y cruzar el charco, pero ahí estaba
el tío, con la misma cara de "atontao" desde que nació. Y lo que más me jode es
que somos gitanos, entre primos y hermanos podemos montar un equipo de fútbol,
no, podemos montar una liga con su Segunda División y todo (perdón, "Liga
Adelante"). Pues siempre me tiene que tocar a mí, ¡joder, hostia puta!
Nos
montamos en el coche y al puto Juan Valdez le entró hambre, a los diez minutos
de salir del barrio me chivaron que los mafiosos ya estaban liándola por allí,
yo sólo quería alejarme y perder de vista a Richie de una puñetera vez. Paramos
en una gasolinera, llené el depósito y le compré algo de comer. A la hora de
meterse cosas por el culo se pone tiquismiquis, pero por la boca es un
espectáculo, ¡qué manera de engullir! Dos horas después llegamos a la playa, allí
cogería el barco de mi hermano y desaparecería un tiempo, normalmente si no
encuentran al pringado de turno "molestan" a la familia, pero en el barrio
éramos fuertes y los colombianos hacían buenos negocios con nosotros. No
querían problemas, sólo a Richie.
Todo
parecía ir bien, así que me despedí y le prometí no desvelar su paradero, al
fin y al cabo, los mafiosos no tenían ni puta idea de que yo le había ayudado a
escapar. De vuelta en el barrio me encontré a mi madre y a la de Richie, las dos lloraban como si no hubiera un mañana, el muy imbécil había dejado una nota en
su casa dando explicaciones de todo lo ocurrido a sus padres y en la posdata
escribió donde se encontraba para: "que no os preocupéis". El resto es
historia, los mafiosos encontraron la nota al registrar su casa y llegaron
minutos después de yo irme, la madre de Richie recibió una llamada y todo quedó
zanjado.
Ya
sabéis como era Richie, el puto Juan Valdez del barrio, pero por más inútil y
problemático que fuera, éramos familia. Y aunque todo quedó zanjado para los colombianos,
yo dejé aparcada mi agitanada rutina por un tiempo y junto a mis hermanos Rai y
Rafi, perseguí y acabé con cada uno de esos cabrones. Pero eso, es otra
historia.