sábado, 4 de octubre de 2014

Crítica: 'La Isla Mínima'

Capitán Wayne 

Entre tanta muñiga que sale del cine español (como de todos lados por supuesto), parece que están cambiando las tornas poco a poco gracias a directores como Alberto Rodríguez, Juan Antonio Bayona, Daniel Monzón, Daniel Sánchez Arévalo, Alfonso Sánchez, Rodrigo Cortés o Enrique Urbizu entre otros, que quieren subir el listón a un necesario nuevo nivel. Lo están consiguiendo.


Contiene SPOILERS

Antes que nada, después de ver 'La Isla Mínima' me rondan muchas preguntas por la cabeza, pero la que más se repite es: ¿por qué coño esta película no nos representa en los Oscars? Lo que mandamos allí últimamente no creo que sea lo mejor de nuestro cine y eso se nota a la legua, siendo estos premios un escaparate al mundo no tiene mucho sentido. Una pena que en la Academia de Cine haya de todo menos objetividad, sobra por supuesto favoritismo. Lamentable.

Tras la retahíla vamos a lo que vamos. 'La Isla Mínima' es una película superior. No es la típica: "hombre, para ser española está bien", no, lo digo desde ya, desde el principio de la entrada, es una de las películas más potente del año a nivel mundial, y es española. Para ponernos en situación muy rápidamente; 1980. Plena transición. Nos encontramos en las marismas del Guadalquivir, que están más perdidas que un sordo jugando al Marco Polo, donde nadie es quien parece o dice ser, todos mienten más que hablan y hay un doble asesinato por resolver, el thriller está servido.



La puesta en escena es deslumbrante desde el minuto uno, con unos planos cenitales que nos descubren a las marismas como un cerebro gigante en el que nos meteremos de lleno (perderemos más bien) para intentar averiguar quien es el asesino que tiene a todo el pueblo y a la Guardia Civil en ascuas. Vamos descubriendo las pruebas del caso que lleva a los dos policías hasta allí a base de precisos planos detalles de los que ninguno de ellos son en balde, revelan jugosa información que se va desmenuzando poco a poco y que tienen recompensa más adelante derivando en otras pistas. Te vas metiendo de lleno en la minuciosa investigación mientras vas ordenando el puzzle hasta que a partir del grandioso plano de los gansos te das cuenta de que ésto no va a ser fácil, faltan muchas piezas.

La pareja de protagonistas son Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, puede parecer un casting equivocado con dos actores orientados normalmente hacia la comedia, pero ni mucho menos, equivocado sería pensar ésto. Estamos ante un par de bestias que regalan un vendaval interpretativo cada uno a la altura del otro, mucha fuerza en ambas actuaciones, pero siempre sin perderle el pulso a sus personajes. El Juan de Gutiérrez es un policía de la vieja escuela con sus métodos directos a la cara, para qué discutir, si puedes pelear. Lleva consigo un halo de misterio, no da confianza, pero demuestra nobleza, una actuación pletórica.
El Pedro de Arévalo no es el típico poli bueno que pegaría en esta pareja, no, no es una perita en dulce. Aunque al principio parece más tranquilote, pronto descubrimos que no se anda con chiquitas, en pleno nacimiento de la democracia y desde el bando que está él todo vale, por lo que hará todo lo que está en su mano para conseguir resolver el caso.

Por otro lado tenemos a un gran elenco de secundarios, ya que los habitantes del pueblo son uno de los elementos más importantes de la investigación. Sorprendentemente la mayoría dan el callo y toca destacar al imprescindible Antonio de la Torre en su breve pero intensa aparición, Nerea Barros con una voz y mirada de dolorosa que cala bien adentro, Jesús Castro (sigue acumulando motes: "El Niño", "El Guapo") que demuestra saber encajar bien los golpes y Ana Tomero, joven actriz a la que habrá que seguirle la pista.


























Avanza la investigación, y mientras interrogan a los habitantes de las marismas te vas dando cuenta de que hay algunos de ellos que no quieren ver el caso resuelto, otros piden mucho a cambio por soltar una mierda información, en definitiva, abunda el trapicheo. Muchos en el pueblo son culpables de algo aunque no sea de asesinato, por lo que se empieza a convertir en una pequeña competición de mentiras que llevará a los protagonistas a dar rodeos hasta poder llegar al destino, solo al final pillarán un atajo...

En cuanto el caso se queda un poco estancado, el director lo soluciona con golpes de efecto, pero golpes de efecto de los de verdad, de los de repullo en la butaca, su puta madre que tensión. Hay una persecución en coche que sin duda será recordada, sólo diré eso. Ahora eso sí, lo que convierte a 'La Isla Mínima' en una película verdaderamente grande son los detalles, está inundada de pequeños momentos magistrales, imposibles de enumerar. Y por supuesto hay notables salpicones de humor, porque es Sevilla y es inevitable.

Probablemente el mayor logro de Alberto Rodríguez es convertir a las marismas en uno de los protagonistas más importante de la película. Construye una fauna que te engulle, apoyándose en el propio paisaje como es natural, la fotografía de Álex Catalán como otro pilar fundamental, un sonido ensordecedor, la banda sonora conformada por lineas de bajo sutiles y otras más robustas que acrecientan la sensación de agobio, y por supuesto la elección de planos, metiendo la cámara en lo más profundo del entorno consiguiendo así una atmósfera pegajosa, en cambio, en momentos puntuales Rodríguez cuelga la cámara de las nubes con acojonantes planos cenitales oxigenando la trama, para volver a sumergirte rápidamente en zonas pantanosas, casas deprimentes y caminos interminables.






















En el desenlace contemplas como tienes todas las piezas y no te encaja la última aunque sabes donde va, la intentas colocar a la fuerza pero no entra, por lo que acabas desistiendo y no lo terminas, es todo lo que puedo decir de la resolución del final, genial. Como siempre, los poderosos se van de rositas. Dentro de lo que he visto, es la mejor película en lo que va de año. 'La Isla Mínima' es "Néctar".















































3 comentarios:

  1. Una película rica en detalles, cada vez que la veo le encuentro algo nuevo y consigue sorprenderme, te atrapa la muy cabrona. Es redonda de principio a fin, un trabajo con una dirección impecable y que aunque me encantó 'Grupo 7', 'La Isla Mínima' se la come con papas. Un lujazo.

    Las actuaciones crudas y en estado de gracia, sin desmerecer a nadie, estoy contigo en que ambos mantienen un buen pulso y los secundarios apoyan la trama con grandes momentos. El uso de ciertos planos, la banda sonora y esa fotografía... ¡¡Madre mía que me voy para el cine otra vez!!



    Gran crítica, últimamente nos estamos poniendo muy serios para lo que semos, pero no todo va a ser "sin vergüenza ni criterio".

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  2. De nada, ya me contarás cuando la veas si para ti también lo es.

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  3. Un poco más seriotes si que nos estamos poniendo últimamente, pero los ramalazos rancios no no los quita nadie, la esencia sigue ahí. El criterio nunca lo vamos a tener por muy formal que escribamos.

    Como vayas otra vez a verla vas a cubrir tú solo el presupuesto de la película, gorrión.

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